martes, 1 de enero de 2013

LA HERENCIA LIBERAL

Para los europeos, el liberalismo significó un gran avance en nuestra historia. Reconoció la naturaleza humana contradictoria y le otorgó carta de normalidad. Los seres humanos europeos se reconocen desde entonces como animales en parte racionales y muy complejos, capaces de ser como individuos una cosa y la contraria. Es decir la libertad fue elevada a la categoría de derecho y perdió su forma tradicional de privilegio. El liberalismo creó los procedimientos de convivencia que en teoría permitían a individuo, excepto por razones puramente materiales, perseguir sus ilusiones y fantasías sin chocar con las de los otros. Instituyó a los otros en igualdad al yo.

El liberalismo liberó a una pequeña parte de la humanidad del imperativo moral religioso, obligando a fundar las relaciones sociales en torno a instituciones conscientemente humanas creadas en la confrontación política.
Al fundar las ilusiones y fantasías individuales en torno a la acumulación de la propiedad y su legado mediante la institución de la herencia, se creaba la ideología de la burguesía, aún dominante, y su concepto del poder político: LIBERTAD Y PROPIEDAD. Los procedimientos del liberalismo tienden a defender la libertad en su relación con la propiedad y la herencia como legado económico de padres a hijos. Desde esa perspectiva son profundamente contradictorios con la democracia. Una vez que se siente fuerte y dominante, el liberalismo dio el nombre de "demagogia" al gobierno democrático, tomado de los antiguos griegos. Hoy, y no hay mas que escuchar a Durán y Lleida, tildan de demagógicas las reivindicaciones democráticas tendentes a ampliar la igualdad y la fraternidad.
La democracia no es, por lo tanto, liberalismo. Nace de la idea de que todos los seres humanos deben ser considerados iguales y disfrutar los mismos derechos. El programa de la democracia es LIBERTAD IGUALDAD Y FRATERNIDAD, que implica procedimientos políticos para corregir la desigualdad que crea la acumulación de la propiedad y su transmisión hereditaria. Esa distribución desigual se traslada a un disfrute desigual de la libertad, impidiendo el desarrollo individual de la mayoría de la población. La igualdad en la libertad exige sistemas públicos que garanticen la igualdad en la justicia, la educación y la salud, y la estabilidad vital frente a certezas como la vejez y contingencias como la orfandad,  enfermedad, invalidez, dependencia o desempleo. Todos esos procedimientos y sistemas que la lucha por la democracia ha construido en torno al Estado del Bienestar,  financiado con sistemas redistributivos de impuestos.
La ley de la democracia es la existencia de clases y la lucha entre ellas por el control político. No conduce a la desaparición de las clases, entre otras cosas porque ese no es un programa de ninguna de ellas. Lo fue, pero por razones que exceden este escrito hoy en día no se pude identificar ningún programa con ese objetivo.  Esta circunstancia ha hecho que el liberalismo se crezca, y haya sabido hacer como dijo un viejo conservador inglés: "aprovechar que los demócratas estaban confiados en el baño para quitarles la ropa y dejarlos en cueros". Aprovechan su superioridad en la propiedad de los medios de comunicación, llama  democracia a su programa liberal, y a sus políticas contra los derechos sociales "reformas para la defensa del estado del bienestar", y cuando los demócratas tratan de volver a su programa de igualdad y fraternidad, los acusan de demagogia.
Si la democracia quiere volver a llevar la iniciativa tiene que definir sus metas y delimitar claramente su perfil frente al del liberalismo y denunciar la tendencia actual de los liberales a coquetear con el populismo autoritario, se llame Berlusconi o Esperanza Aguirre.

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