AVISO PARA VERDES, RECORDATORIO
PARA NAVEGANTES
Ante las jornadas en Madrid de
presentación de los Verdes Europeos en la capital, creo que es muy importante
que el Partido Verde Europeo afine y llegue con su mensaje a los ciudadanos
españoles, pero igual de importante, por el momento que vivimos, y las
repetidas muestras de prejuicios e incomprensiones entre los europeos del Sur y
del Norte, es que los Verdes Europeos se lleven una impresión nítida de cuales
son las claves de la movilización social y ecológica en nuestro país.
He estado discutiendo estos temas
con un amigo, persona relevante entre los Verdes, al cual le he hecho partícipe
de mi queja contra el secreto bancario austriaco. Según él, viejo sindicalista, desde el fin de la ocupación aliada, Austria es un país estable, democrático, con un sólido estado de bienestar, y con un consistente movimiento verde.
Un poco asombrado por su
aseveración, dado que mi amigo, como Bruto, no dice cosas en vano,
he reflexionado: Cierto, los españoles y portugueses no fuimos ocupados por los aliados. Claro que con ello, los demócratas de ambos países sufrimos una doble derrota, primero en la guerra civil, y luego en 1945, cuando los aliados se negaron a apoyar a las fuerzas de la democracia en España y Portugal.
he reflexionado: Cierto, los españoles y portugueses no fuimos ocupados por los aliados. Claro que con ello, los demócratas de ambos países sufrimos una doble derrota, primero en la guerra civil, y luego en 1945, cuando los aliados se negaron a apoyar a las fuerzas de la democracia en España y Portugal.
Perplejo, sigo sin ver la
relación entre que Austria sea en lo interior un país modélico - aunque sus
escritores insistan en la persistencia de la cultura nazi en sus clases medias
(Thomas Bernhard) y haga pocos años hiciera sonar las alertas europeas de
derechos humanos por el ascenso de la xenofobia neonazi- con la circunstancia
de que ese país haya construido una industria financiera en base al secreto
bancario contra las exigencias de transparencia del resto de Europa. Austria, y
una parte sustancial de su población, se lucra de la evasión fiscal y la
corrupción en nuestro país, y otros más,
sirviendo de refugio a los especuladores y defraudadores fiscales.
El conocimiento de ese hecho, en
las circunstancias actuales, es
enormemente desmoralizador para los ciudadanos que, en España y Portugal, están
luchando contra la desmantelación de nuestros pobres estados del bienestar
(nada que ver con el austriaco) y, a escala europea, es un atentado contra la
ciudadanía europea emergente.
Creo que la respuesta de mi amigo
se debe a que los Verdes aún no acabamos de percibir el enorme giro en las
relaciones mundiales de fuerzas que ha supuesto la crisis desencadenada a raíz
de la quiebra de Lheman Brothers.
Hace diez años, Europa, donde la
cultura verde impregnaba sus sociedades mas avanzadas, era el jugador central
de la economía mundial, no solo por ser la primera potencia comercial, sino
porque chinos, surafricanos, brasileños y otros, incluida Rusia, necesitaban
balancear el enorme poder USA. Ese tablero hizo posible la firma del protocolo
de Tokio, y abrió enormes esperanzas de que la lucha contra el efecto
invernadero acabara por involucrar incluso a los países mas reticentes, como
USA y China.
La cabezonería alemana, y las
pulsiones nacionalistas de sus dirigentes, y los de los países que la apoyan, están ayudando a la
pérdida del poder blando de Europa. Falta de cohesión y con el futuro puesto en
duda un día si y otro también, la Unión Europea ha dejado de ser atractiva para
el mundo emergente, que mira con displicencia a los arrogantes y viejos países,
incapaces de ponerse de acuerdo y poner propuestas sobre la mesa. En esas
circunstancias, las dos contribuciones europeas a la contemporaneidad: el
Estado del bienestar democrático y el ecologismo político, pierden interés para
los países emergentes, no porque no sean interesantes, sino porque no hay
liderazgo tras la propuesta.
Es ahí, en el posicionamiento de
Europa en el mundo, donde es necesario recomponer la solidaridad interna
europea, respetando todos los puntos de vista, pero sobre todo las reglas
limpias de juego:
a) Los
españoles, y todos los del sur, debemos aprender que las haciendas deben cobrar
los impuestos, las empresas cumplir los contratos y pagar las deudas, y los
ciudadanos valorar mas el trabajo y el conocimiento que la suerte del pelotazo,
o la burbuja, creando reglas propias de transparencia y honestidad económica.
b) Los
países del norte deben aceptar que solo podemos salir del pozo de la deuda si
ellos ceban un poco su inflación y su consumo tira de la producción del sur,
creando empleo y ahorro para recapitalizar nuestras empresas y cambiar nuestro
modelo productivo.
c) Para
que haya inflación en el norte, y para que se la pueda controlar, el BCE debe
cambiar sus estatutos y admitir ponerlos al servicio de las políticas de empleo
de la Unión Europea.
d) Pero
de nada servirá nuestro esfuerzo si Austria y Luxemburgo (por no hablar de la
City de Londres) acogen y protegen a los defraudadores españoles, e Irlanda
practica el dumping fiscal para competir con deslealtad por el ahorro y las
inversiones.
e) Lo
último nos confronta con el déficit de gobierno europeo, y la necesidad de
armonización fiscal mediante una Hacienda común de la Unión, y un gobierno de
la Comisión, por encima del Consejo y responsable ante el Parlamento.
Si nuestros partenairs verdes de Europa del norte, creen que
pueden impulsar la lucha ecologista desde sus pequeños paraísos desarrollados,
escasos incluso con Alemania, sin contar con la potencia que les ha conferido, hasta
ahora, la Unión Europea, no
tardarán mucho en darse cuenta del giro tan enorme que ha dado el tablero
político mundial.
Si, por el contrario comprenden
lo que está pasando, y que solo el peso de una Europa política unida puede
balancear las cosas, y llevar a otras sociedades a la mesa negociadora sobre
los peligros que supone la economía del carbono y subordinada a las
finanzas, encontrarán un amplio
apoyo en el sur de Europa, donde la crisis está llevando las conciencias a
plantearse muchas preguntas y una rápida evolución.
Sin Europa, los ciudadanos de
España, Portugal, Grecia, Italia y, posiblemente Francia, pueden caer en una
indignación impotente, y ya sabemos lo peligrosas que son esas situaciones.
Afortunadamente tenemos la democracia y en 2014 las elecciones europeas. Las
cosas en nuestro continente, están mas maduras de lo que muchos piensan, y esas
elecciones pueden significar un vuelco en el parlamento europeo, y fortalecer las
instituciones, aún no democráticas, de la gobernanza en Europa.
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