«tal
vez el destino del ser humano sea una vida breve, más febril, excitante y
extravagante en lugar de una vida larga, vegetativa y
monótona». (G-R: 1975).
De
acuerdo con Georgescu Roegen: “un subsistema —no aislado— (el económico) no
puede regular a un sistema (el biológico) que le engloba.” Esta frase resume el
inicio de la moderna economía de la ecología. Mas allá de las resonancias
maltusianas, o los sueños domésticos de Phrudon, falsamente reivindicados por
grupos que unen a sus buenas intenciones una cierta pereza mental.
El autor
rumano huyó del comunismo existente, pero no de la economía política, lo único
que hizo, siguiendo los pasos de Schumpeter, fue situarla en contexto, en pleno
siglo XX. El maestro teorizó sobre los límites sociales del liberalismo,
inscritos en sus propias tendencias al gigantismo industrial y la burocracia,
Georgescu, en un paso mas avanzado, coherente con los grandes maestros de la
economía política, la situó en el contexto de la naturaleza del planeta, donde
la economía existe, y del
comportamiento de la especie que le confiere sentido.
Con un
discurso pesimista, pues pensaba, como su maestro, que los hábitos humanos
cambian solo con las crisis, y algunos solo se modifican en las grandes
catástrofes, o no se modifican nunca, situó el problema ecológico en
contraposición al problema del desarrollo, en tanto éste último implica
crecimiento. Destacó que los grandes problemas no se afrontan a nivel
nacional-estatal, un ámbito irrelevante para el sistema ecológico, y situó a
los europeos y norteamericanos, hoy en día habría que añadir algunos mas, ante
la imposibilidad de afrontar el problema de los recursos escasos sin resolver,
de alguna manera, las enormes desigualdades entre entonces el Norte y el Sur.
Evidentemente éstos últimos, los del Sur, se revelarán, y se negarán a atender a razones, contra ser los paganos del cambio hacia
la economía ecológica. Por último, siguiendo a su maestro, defendía que las
innovaciones son las bases sobre las que, si los seres humanos se deciden a
ello, se lograría cambiar la tendencia hacia la catástrofe, o revertir los
efectos de la misma una vez producida.
Analicemos
los cinco aspectos que G-Roegen plantea:
1.- Los
hábitos humanos solo cambian tras las catástrofes, aunque la historia de Europa
nos enseña que las comunidades pequeñas, locales o comarcales, son los ámbitos
de aprendizaje de nuevos hábitos para los seres humanos (Weber, “la ética
protestante y el espíritu del capitalismo”, Thompson, “La formación de la clse
obrera en Inglaterra”) El activismo ecologista, por lo tanto (como en su tiempo
fue el activismo calvinista para el liberalismo, o las cooperativas y las
uniones obreras para la democracia)
es un factor crítico para la consecución del cambio necesario de
hábitos, pero su ámbito localista de eficacia implica que debe ser extendido a
todo el planeta, o mas difícil aún, a todos los lugares del planeta donde se
dirimen éstas cuestiones (No a China en general, sino a la región china donde
hay una planta química, o la ciudad hindú cerca de la cual se instala una
central nuclear, sabiendo que, en ambas, la nueva instalación implica trabajo
donde antes no lo había).
2- El sistema biológico es global, su
problemática central, el calentamiento global y el agotamiento de los recursos)
se presenta como un fenómeno inherente al proceso de globalización (ver
globalización en http://jocanorojo.blogspot.com)
Por lo tanto su gestión exige una gobernanza global, con actores políticos
capaces de influir en el ámbito global, algo que supera a cualquiera de los
países donde el ecologismo político ha llegado a tener influencia. Hoy por hoy,
solo la Unión Europea puede llegar a cumplir el rol de actor global ecológico,
y eso si los Verdes arrastran al conjunto de las fuerzas realmente
democráticas, es decir con voluntad mas o menos firme de sobreponerse a la
dictadura de los monopolios financieros (que no otra cosa son los mercados
financieros)
3.- La
dinámica de la economía energética europea, que se niega a plegarse a los
requerimientos ecológicos, aunando
en esa resistencia la inercia de los comportamientos de los ciudadanos europeos
con los intereses de las grandes corporaciones de la energía y las industrias
de bienes de consumo (Helmar Krupp, “European Technology Policy and Global
Schumpeter Dynamics: A Social Science Perspective”; John Philimore,
“Schumpeter, Schumacher and the greening of technology”) que nos indica la
debilidad de las instituciones (Ver instituciones en http://jocanorojo.blogspot.com) de la
democracia europea, no obstante ser la mas avanzada del planeta, para afrontar
los retos .
4.- La
innovación es el camino, aunque depende de la dirección. Como el gato sonriente
decía a Alicia: si quieres
quedarte donde estas tienes que correr, y si quieres ir a algún lado
tienes que correr mucho mas. La innovación por si sola no resolverá los
problemas, pero sin innovación no se resolverán. Vivimos la era de la economía
del conocimiento, en la que las grandes corporaciones hacen circular
información, conceptos y tecnologías por el planeta a velocidad de vértigo. El
conocimiento puede posibilitar tecnologías ahorradoras de recursos, formas de
organización del trabajo que incorporen a masas enormes de seres humanos a
la producción de lo que necesitan
con un ahorro de esfuerzos. El PIB
ya no mide ni tan siquiera el consumo de recursos que se realiza en la
producción, la economía del conocimiento permitirá nuevos sistemas de
indicadores sociales del bienestar, como ya lo están haciendo las corporaciones
(Ver http://jocanorojo.blogspot.com)
El ecologismo político puede aliar bajo la tarea de democratizar las corporaciones
globales a las fuerzas sociales de la economía del conocimiento y el trabajo.
Hoy por hoy, la creación de conocimiento tecnológico por el conglomerado de
cooperación entre trabajo tecnología y ciencia que constituyen las
corporaciones multinacionales, no tiene alternativa viable conocida. O se pone
las corporaciones bajo el control de los ciudadanos globales, o los países
seguirán la dictadura global que las multinacionales imponen a las políticas
económicas.
5.- Por
último, el ecologismo político es un fenómeno de países ricos, y debemos
preguntarnos porqué es así. Los países mas ricos, denominados desarrollados,
son la meta para los que no lo son. Los ciudadanos del mundo que pasa hambre y
sufre las perores situaciones de miseria, y los que trabajan sin protección
social para huir de la imagen de los anteriores, quieren llegar a los niveles
de consumo y protección de los más ricos. Eso es humano y comprensible. Como
han rebelado en las conversaciones globales sobre cambio climático, nos dicen:
primero queremos llegar a ser como vosotros, y entonces nos plantearemos, como
vosotros, los problemas del mundo. Es decir, si para nosotros su miseria y
pobreza no es un problema, perdemos credibilidad para exponer los problemas del
mundo, que aparecen y son percibidos como los problemas de los ricos. Si
nosotros hemos destruido nuestros bosques y llenado nuestras ciudades de
coches, luego hemos hecho coches mas eficientes y con menos emisiones y
respiramos mejor que en sus metrópolis (ninguna ciudad europea es comparable al
Cairo o a México DC en polución) ¿porqué les pedimos a ellos que ralenticen su
crecimiento? Volvemos al problema de la gobernanza global, si queremos
salvarnos nosotros del desastre del clima y el agotamiento de los recursos y
con nosotros el resto del mundo, solo podemos avanzar si empezamos por
trasferir una parte importante de nuestra riqueza a los países menos
desarrollados, y como las estructuras políticas están corrompidas, y mas
corruptas contra mas pobre es el país, tenemos que idear procedimientos para
hacerlo sin pasar por sus gobiernos, es decir tenemos que idear un gobierno
global.
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