Hasta hoy, he venido escuchando la palabra relato para definir política. Ya sabemos que esa es la forma en que la política tradicional hurta a los ciudadanos el protagonismo, pero como la política estaba reducida a partidos tradicionales, no había nada que objetar. ¡Ellos nos contaban un cuento, y nosotros hacíamos como que los escuchábamos!
Hoy sabemos que es peligrosos dormirse con un cuento... Ahora tenemos que aprender a ser adultos, y los adultos no se cuentan relatos, los adultos se hacen preguntas, formulan problemas y buscan la ayuda de expertos para construir sus herramientas de solución a los problemas que se plantean..
Esas Herramientas se llaman INSTITUCIONES, y de la calidad de las instituciones depende la calidad de la DEMOCRACIA.
Por ello, os invito a leer el libro que paso a comentaros. Se llama "Como piensan las instituciones" y su autora es Mary Douglas, en Alianza Editoriial.
Lo que las organizaciones,
colectivos sociales y naciones aprenden condiciona lo que pueden aprender, pero
lo mas grave es que también condiciona donde fijan la atención, y lo que tienen
que desaprender antes de enfrentarse a algo nuevo. (Traducción al castellano de
path dependence)
“Del siglo XIX fluyen como de
una fuente común, dos ríos. Uno lleva a los hombre a las instituciones libre,
el otro al poder absoluto” (Tocqueville)
Mary Douglas (1921-2007) es un referente en la antropología, y una autora clave en la
recuperación crítica del pensamiento de Durkheim. La obra comentada es producto
de una serie de conferencias “Abrams” dictadas en la Universidad de Syracuse.
En ella, la Sra. Douglas reflexiona sobre las Instituciones, y su relación con el pensamiento racional,
sin ocultar su deuda con Robert Merton, a cuya ensayo “A hombros de Gigantes”
(somos pigmeos subidos a hombros de gigantes..) dedica las conferencias. Las
razones para recomendar esta obra, responden a la convicción propia, de que las
experiencias históricas de los pueblos, su aprendizaje de la convivencia entre
intereses contrapuestos, no coincidentes o simplemente distintos, se plasma en
Instituciones, y las instituciones crean “path-dependence”.
La doctrina de las instituciones
basadas en el aprendizaje colectivo,
tiene su antecesor imposible[2]
en Gramsci y su teorización del partido político. Tal como se formula hoy, la
hipótesis institucional parte de los diversos estudios que, desde los años 50,
con el Premio Nobel de Simon, ponen en cuestión la teoría de la elección
individual racional, y de Williamson, y Nelson y Winter quienes, en los años 80
del siglo XX, recuperan la economía política introduciendo las instituciones
como pieza central del análisis.
Hasta esos años, la teoría
neoclásica parecía sólida. No daba cuenta de la realidad, pero no podía ser
desmontada. Según esa teoría, las decisiones racionales de los individuos,
buscando su propio interés egoísta, conducen a la armonía social, siempre que
no se pongan otras cortapisas a su acción que las requeridas por la institución
del mercado (según A Smith, las cortapisas necesarias al libre mercado son
reglas de protección de los contratos individuales, tanto contra el fraude como
contra el monopolio) El camino hacia la democracia, incluida la evolución de la
caridad hacia la protección social, sería un proceso natural basado en un pacto
de las elites en torno a los principios de Montesquieu (separación de poderes y
monopolio de la violencia en el estado)
Con la Teoría Institucional las
cosas no se ven tan claras. Los procesos se producen con actores que tienen
intereses no coincidentes, incluso contrarios. Esos actores tratan de imponer,
cuando pueden, o de negociar, si no pueden imponer, desde instituciones que
marcan lo que se puede o no se puede hacer. En el proceso negociador se siguen
pautas obtenidas de experiencias que se pierden en la memoria. El estudio de
esas instituciones es mucho mas útil que los juicios morales, a los cuales un
científico social no se debe dejar arrastrar.
Introducción
Mary Douglas inicia el análisis
de las Instituciones desde la crítica del paradigma neoclásico ya citado. Para
la autora, cualquier paradigma
sobre las instituciones humanas debe reconocer la duda razonable que suscitan
las acciones humanas basadas en
los sentimientos de cooperación y solidaridad, y sus corolarios negativos, el
rechazo y la desconfianza. Añade, además, la sentencia de Simon[1],
para el cual la elección racional atribuye al individuo una capacidad
ridículamente ilimitada de manejar información: La racionalidad humana se
encuentra intrínsecamente limitada.
Los comportamientos oportunistas,
consistentes en ocultar información durante los procesos negociadores, o
aprovechar la contribución solidaria de otros para el propio beneficio, crean
rechazo y desconfianza. Mientras que la solidaridad surge de sentimientos
íntimos, que no están regidos por la racionalidad. Estos sentimientos que crean
el vínculo social, no son mas que meros gestos si no están acompañados de
sacrificios. Tampoco estos comportamientos altruistas apelan a la
racionalidad.
Además, la racionalidad implica
algo o alguien que diga que un argumento es razonable. Ese algo o alguien es
una institución. Una respuesta solo se considera correcta si está sustentada
por una institución. Reducida a su mínima expresión, una institución es
una convención, es decir una regla
aceptada de comportamiento o rutina, en su mas amplia expresión es producto de
un proceso negociador, en el que todas las partes tienen interés en dotarse de
una regla.
Por lo tanto, una institución
existe en forma de respuestas instauradas en las mentes de los individuos,
dirige sus decisiones. Las instituciones estabilizan el vínculo social, de base
generalmente irracional, y a su vez se mantienen en el tiempo cuando refuerzan
el propio vínculo social.
Racionalidad y Vínculo Social
Según Olson[2],
el cálculo racional disuade al individuo de contribuir al bien social, conduce
al oportunismo de aprovecharse de las contribuciones de otros. Es necesario,
por lo tanto, explicar porqué el bien común se crea y persiste. La teoría
clásica construye un entramado de incentivos y castigos (Orden Social) que
inducen su creación, pero no explica de donde proceden.
Desde una perspectiva del
utilitarismo, el disfrute de los bienes comunes disminuye con el acceso
universal a los mismos, haciendo necesario el Orden Social que atenúa los
efectos del oportunismo. Sin embargo, no puede incluir “la Confianza”, la cual
es un bien común: Cuantas mas personas participan de ella mayores beneficios
reporta.
La confianza ahorra costes de
control del oportunismo, y plantea un problema al paradigma de la elección
racional, según el cual el oportunismo solo se reduce con la coacción. A su
vez, la propia confianza suscita un interrogante a la teoría sociológica, pues
es un producto de la interacción social en pequeños grupos o comunidades.
Una cuestión crítica para la
investigación propuesta por la autora es ¿Cómo crece la comunidad hasta
constituirse en organización estable?
El paradigma racional aporta su caja de herramientas de incentivos y
coacción, pero deja en la oscuridad el nacimiento de la comunidad y sus
patrones de control social, como las pautas de reciprocidad, parentesco y
matrimonio, o los que rigen la negociación y el regateo, medios utilizados por
los seres humanos para modificar pautas.
Sistemas de conocimiento
En la obra comentada, el grupo
proporciona a sus miembros heurísticos, que son estrategias para la simplificación de los procesos
de decisión, de ahí proviene su poder de coacción. Los heurísticos no tienen
autor, son el resultado histórico del debate reiterado sobre un problema
recurrente. Alguien dijo que un procedimiento es útil y los demás lo han interiorizado
de tal forma que aparece como algo natural. La naturalización de esas
convenciones, permite objetivar las percepciones individuales de los creadores
o negociadores de las mismas. La utilización de los heurísticos decanta el
poder, en el seno del grupo hacia algunos individuos.
A una escala social mas amplia,
la confrontación con estructuras complejos tiende a consolidar el poder en
forma de elites, a las que se confiere poder de convicción. Las elites son
seleccionadas por su habilidad para manejar heurísticos que prescriben que
rutinas o comportamientos son útiles y cuales son desechables. Los heurísticos
institucionalizados, ahorran tiempo y coste emocional para identificar lo
correcto, pues lo correcto es lo natural. Facilitan la creación de identidades
al definir lo idéntico por analogía con un patrón natural. Institucionalmente,
la identidad no es una cualidad de las cosas, sino algo que se confiere a un
grupo de elementos dentro de un sistema coherente.
Sin embargo, aunque los heurísticos
son procedimientos consensuados de resolver problemas, los problemas los
perciben los individuos, y son ellos los que los clasifican. La Sra.
Douglas es tajante en esta
afirmación. Ahora bien, como las herramientas de clasificación se almacenan y
reciben de las instituciones, las clasificaciones realizadas por los individuos
gozan de una autonomía limitada: La comunidad instituida posee procedimientos
que bloquean la curiosidad individual, mediante las instituciones organiza la
memoria pública imponiendo la certeza sobre la incertidumbre.
Resumiendo, el proceso de
creación de una institución se puede diagramar en cuatro pasos: 1.- Al llegar a
acuerdos sobre categorías básicas, la regla acordada se difunde mediante
analogías de semejanza con procesos naturales, la institución es la
semejanza; 2.- El logro principal
de una institución es conseguir y estabilizar una situación de tablas entre
fuerzas hostiles, evitando la destrucción mutua; 3.- La institución se consolida porque encauza la energía
moral de todos sus miembros, que
depositan su confianza individual en un piloto automático (crea
path-dependence) ; 4.- Las
instituciones protegen su supervivencia encauzando los procesos de información
hacia la tarea de su propia conservación.
Justicia e instituciones
La justicia plantea un problema
que nos acerca a una mejor comprensión de las instituciones y sus limites
culturales. La ONU, institución levantada para evitar nuevas grandes guerras,
es incapaz de solventar un problema como el de palestina, donde chocan
intereses excluyentes. Lo mismo le pasa con el conflicto sobre la integridad
del cuerpo femenino, al no conseguir una condena a la mutilación del
clítoris.
Los conflictos sobre justicia no
pude resolverse si se producen entre instituciones construidas sobre principios
incompatibles La diplomacia solo tiene una oportunidad cuando el conflicto se
da entre instituciones basadas en las mismas analogías de naturaleza y
concepciones compatibles de la justicia. No basta, como dice Sandel[1]
“consagrarse al autodescubrimiento, buscar los fines propios en la comunidad,
ser un ser humano <tal como lo concebían los antiguos>” Podemos añadir que los antiguos no
podían imaginar la complejidad actual.
Corolarios
1.- Son los individuos los que
construyen las instituciones para que tomen decisiones en su nombre.
2.- Las instituciones son una
memoria pública de almacenamiento del orden social, procedimientos mediante los
cuales se aceptan unos acontecimientos y se rechazan otros.
3.- Un nuevo descubrimiento ha de
ser compatible con los sistemas políticos y filosóficos de un tiempo para que
sea tomado en consideración.
4.- Una sociedad es mas abierta, en la medida que permite
modificar sus instituciones y provee de heurísticos para hacerlo.
5.- Para bien o para mal, los individuos comparten efectivamente
sus pensamientos, armonizan hasta cierto punto sus preferencias, y solo pueden
tomar grandes decisiones dentro del ámbito de las instituciones que construyen.
[1] Douglas, Mary (1996) Cómo piensan las instituciones, Alianza Universidad, Madrid
[2] A la teoría gramsciana del aprendizaje social en grupo, premisa de la del partido, se le puede aplicar el concepto de descubrimiento múltiple, como lo plantea Merton. Citado por Douglas, pp.111-112
[1] Herbert Simon, citado por la autora en la p. 76
[1] Citado p.
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